Un plan de trabajo para la prosperidad..
La prosperidad es un tema de suerte? ¿Sólo llega en “años buenos”, si nos ganamos la lotería, nos llega una herencia o nos cae un buen negocio o aumento del cielo? En Consumo Inteligente pensamos que no. Cada uno puede construirla con un plan preciso y pequeñas acciones que traigan cambios espectaculares en nuestra vida financiera y hasta profesional. Para no dejarlo al azar el primer paso es hacer un plan.
Tu plan para la prosperidad puede depender mucho de tu situación actual, puede que vayas avanzado en algunos pasos, pero ve leyendo y palomea lo que ya tienes:
Trazar la meta. Si el dinero no fuera un obstáculo ¿Qué sueños u objetivos te gustaría cumplir?, para ti ¿Qué significa la prosperidad? La respuesta que le des a estas interrogantes servirán para dar dirección y saber cómo medir. Trata de ser lo más concreto posible, establecer plazos y formas de medir tus avances.
Ponerle nombre y apellido a los cambios. “Ahorrar”, “gastar menos”, “obtener nuevos ingresos”, “reducir deudas” pueden quedarse sólo en buenas intenciones si no somos claros y específicos en cómo vamos a aplicarlos. Ahorrar en transporte al compartir el coche en el camino al trabajo o proponerse pagar una determinada cantidad extra a la tarjeta de crédito, reduciendo un poco el gasto en comidas fuera, por ejemplo, pueden traer mejores resultados.
Distinguir deudas buenas y deudas malas. El crédito es una herramienta y como toda herramienta los resultados dependen del uso que se le dé. Para la prosperidad es muy importante hacer un uso responsable e inteligente del crédito, que nos permita incrementar nuestro patrimonio o financiar nuestros proyectos, sin ponernos en aprietos por haber contraído compromisos superiores a nuestra capacidad de pago. Usar el crédito para crecer, siempre haciendo cuentas.
Hacer que el dinero trabaje. Desde una inversión en el banco, un fondo de inversión o cualquier instrumento financiero, hasta máquinas expendedoras o una franquicia, poner nuestro dinero a producir mete el pie en el acelerador en la ruta a la prosperidad.
Detectar a los saboteadores. Puede que el plan vaya maravillosamente pero una vocecita los días de pago te invite a salirte de la ruta, que la familia no lo comprenda y exija por encima de lo posible, amistades con pocos hábitos de ahorro o incluso emergencias para las que no se tiene un fondo. Hay que identificar estos riesgos y buscar la manera de abordarlos para seguir adelante.
Premios pequeños y grandes. El mayor premio es llegar a nuestras metas, pero algunas pequeñas recompensas en medio pueden ayudarnos a mantener la motivación.
Una vez trazado tu plan, consúltalo frecuentemente y repásalo. Si te desvías recuerda por qué lo hacías y corrige el rumbo. Los únicos que pueden llevarnos a la prosperidad somos nosotros mismos