01Oct

La teoría de las Ventanas Rotas..

“En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimbardo realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, para entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, el radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito. Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras. Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores decidieron romper un vidrio del automóvil de Palo Alto, California. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx de Nueva York y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología, el comportamiento humano y con las relaciones sociales.

Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que todo vale nada. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos, cada vez peores, se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la ‘teoría de las ventanas rotas’, misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro, y esto es algo que parece no a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen ‘esas pequeñas faltas’ como estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja y estas pequeñas faltas no son sancionadas, entonces comenzarán a desarrollarse faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.

Si los parques y otros espacios públicos son deteriorados progresivamente y nadie toma acciones al respecto, estos lugares serán abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente serán progresivamente ocupados por los delincuentes.

La respuesta de los estudiosos fue más contundente aún, indicando que; ante el descuido y el desorden crecen muchos males sociales y se degenera el entorno”. (Fin del Texto Citado)

Aquí entro yo con mis preguntas y reflexiones para que juntos las empecemos a compartir en el espacio de comentarios aquí abajo.

Desde que recibí este mensaje empecé a mirarme como está viva la “Teoría de las Ventanas Rotas” en mí. Me di cuenta que el estado de suciedad de mi vehículo se acelera exponencialmente cuando no limpio el primer sucio. Es más, me reconocí ensuciándolo intencionalmente para justificar llevarlo a lavar.

Observo que cuando me doy permiso a romper con mi régimen alimenticio de dieta, me quedo fuera, sigo rompiéndolo y ya no regreso.

Me di cuenta que al tener una excusa para no llevar a mi hija a sus prácticas de VolleyBall, ya casi no he vuelto a ir.

Me pillé en la cantidad de veces que he dicho una “mentira blanca” como luego me cuesta vivir en la autenticidad. Es más, tengo que seguir mintiendo para sostener la primera mentira.

Cómo al permitir el incumplimiento de un compromiso de trabajo con uno de mis empleados y no haber hecho el reclamo pertinente al momento, le he dado permiso a la persona para que me siga incumpliendo repetidamente. Luego construyo la imagen que esa persona es irresponsable y a lo mejor yo fui cómplice y promotor de ese comportamiento.

En el email que recibí la “Teoría de las Ventanas Rotas” venía también este párrafo: “Esa puede ser una hipótesis de la descomposición de la sociedad, la falta de apego a los valores universales, la falta de respeto de la sociedad entre sí, y hacia las autoridades (extorsión y soborno) y viceversa, la corrupción en todos los niveles, la falta de educación y formación de cultura urbana, la falta de oportunidades ha generado un país con ventanas rotas, con muchas ventanas rotas y nadie parece estar dispuesto a repararlas”.

No sé qué pienses hacer después de leer este escrito, pero yo he comenzado a reparar las ventanas de mi vida.

Puedo tratar de mejorar los hábitos alimenticios de mi familia; les he pedido a todos los miembros de la familia que evitemos decir groserías; estoy renovando mi compromiso con la verdad y reducir las mentiras; estoy cuidando llegar puntual a mis citas y compromisos.

Y es que cada vez que me veo siendo permisivo e incumplido con esas cosas que valoro, es como abrir un grifo por donde se fuga mi autoimagen. Me doy cuenta que cada vez que rompo una de mis ventanas y no la reparo de inmediato, mi poder personal y orgullo de ser la persona que soy, se diluye.

Al escribir esto me viene a la mente el recuerdo de un gran amigo incorruptible que tenía un alto cargo como funcionario público que me dijo una vez “cuando se le abre el primer hueco a una olla, pronto será un colador”.

Hay asuntos en la vida que no son negociables, los valores son algunos de ellos.

La decisión de incrementar mi liderazgo es otra. Lo importante que es para mi construir la sensación de orgullo de ser la persona que soy, es otro no negociable. La excelente relación con mis hijos no la cambio por nada. Al tener claro que éstas son mis ventanas, cuidaré que no se rompan.

Todos tenemos ventanas rotas en la vida, vivimos con ellas… En la casa, en la familia, en el trabajo, hasta con nosotros mismos. Hacer conciencia de ellas y querer repararlas he ahí lo interesante del asunto. Se necesita constancia, perseverancia, voluntad.

En estos días he tenido la oportunidad de comprobar que “querer” no basta, también hay que ponerle “ganas”.

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Javier Enriquez
Ok, a veces me gusta y muchas veces no me gusta, quiza escribir no es para mi. Igual me voy a dar oportunidad de intentarlo y con suerte lo disfruto y le dedico el tiempo necesario para sacarle algo positivo. Me gusta leer y desde micuenta de twitter sigo a personas muy interesantes y con mucho que aportar, es ahi donde ejercito mis pensamientos y leyendo cosas positivas me ayudan a llevar la vida de una mejor manera. Desde hace años empece a compartir las buenas lecturas con mis familiares, amigos y compañeros de trabajo, de los tantos post (mayormente no muy largos) que leo cada dia a veces encuentro unos buenos que se los comparto. Durante algunos años estuve mandando estos post por correo y puedo accederlos por lo que voy a estar publicandolos en este sitio. Tambien espero algunas veces me encuentre tan creativo para crear algunos propios y que puedan ser del agrado de cualquier persona que pueda tropezar con este sitio. Javier Enriquez

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